Más que carros y caballos. Rurbanidad, objetos y significados

Loli Casaux

12/10/2024

La realidad social es una construcción de los hombres. Algunos modo de concebirla predomina por sobre otros, se extienden y “se naturalizan”, lo cual no invalida la existencia de otras formas de interpretación, aún cuando no sean las más usuales.
A lo largo de la historia, ha habido dos grandes maneras de concebir y significar la sociedad: lo urbano y lo rural. Este último ha sido sinónimo de lo atrasado y lo tradicional y lo urbano ha estado asociado con lo moderno y el desarrollo. La idea teórica que sustenta el presente trabajo gira en torno a la discusión sobre esta clásica dicotomía. Lejos de plantearlo en términos de “polos opuestos”, el supuesto del cual partimos es que en la actualidad ya no resulta tan claro hablar en los términos que se
venía haciendo; el nuevo escenario puede visualizarse como un entramado de procesos que implican la urbanización de lo rural y la ruralización de lo urbano.
Este último aspecto se manifiesta, por ejemplo, a través de la presencia de ciertos objetos y lógicas catalogados comos “típicamente rurales” en un medio urbano, lo cual modifica su fisonomía y procesos.
En el caso concreto de la ciudad de Río Cuarto tal proceso se visualiza específicamente en las “actividades de refugio” realizadas por “actores rurbanos” (como por ejemplo los cirujas o los changarines que utilizan para sus actividades, transportes de tracción a sangre). Estadísticas municipales sobre el registro de familias que se dedican al cirujeo indican que, en 1994 habían registradas 220 familias que vivían del cirujeo1 y al mes de mayo de 2005 las familias que se desempeñan como recuperadores urbanos de residuos se elevan a 4002. En este marco, la tracción a sangre ya no es cosa del pasado, en pleno centro de la ciudad transitan cientos de carros tirados por caballos. Cada vez más actores echan mano a los matungos, mulas, burros; viejas chatas, sulkis y carros para recorrer las calles en busca de un sinnúmero de materiales que les permitan sobrevivir.

La presencia de los objetos (carro y caballo) -quizá más que los actores propiamente dichos funciona como una suerte de disparador de la mirada social y promueve una tensión entre objetos modernos y tradicionales, paralela a la tirantez que se establece entre los modos de significar la realidad hegemónicos y no hegemónicos.
Así, desde la racionalidad urbana, carro y caballo son elementos “problemáticos” que resultan al menos incómodos para las políticas públicas que sostienen una tendencia a la racionalidad urbana excluyente. En más de una ocasión los numerosos actores rurbanos han sido objeto de iniciativas que pretenden acotar la dimensión rural de su experiencia rurbana, por ejemplo mediante proyectos que intentan reemplazar los carros impulsados por caballo por otros móviles más urbanos y relocalización de viviendas.
Lejos de ser simples materialidades, los objetos son construcciones sociales que no tienen un significado fijo, al contrario, éste deviene en las interacciones que mantiene con otros objetos, con el medio y el actor social. Así, el caballo por ejemplo, puede ser un medio de vida, un problema o un indicador de involución según el prisma social desde el cual se lo mire.
La comunicación entendida como proceso socio-cultural básico de producción de sentidos no está ajena al proceso de construcción de la realidad, a la manera en que son vividos y significados los objetos. En este sentido, desde la comunicación es posible estudiar los variados modos en que los actores crean sentidos, tanto dominantes como emergentes.
Teniendo en cuenta la realidad rurbana, identificando la predominancia de ciertas miradas, decidimos ir en busca de otras lecturas. Desde un enfoque metodológico que resalta lo cotidiano y la centralidad de los sujetos, intentamos
conocer el sistema de objetos rurbanos y comprender las implicancias que dicho sistema tiene en la vida cotidiana de los actores rurbanos con actividades de refugio. Desde el encuentro y el re-conocimiento del otro como sujeto de saber, nos adentramos en el
mundo rurbano, sus objetos, prácticas y escenarios característicos. Con ellos y desde sus relatos, descubrimos que detrás de esos “simples” carros y caballos hay un modo de vida, una vida vivida que merece y demanda ser reconocida.
“Más que carros y caballos”…para que los significados afloren, para que los objetos se carguen de
densidad, para escuchar y leer las narraciones de quienes se ganan la vida y miran la ciudad desde un
carro.

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